Los berrinches son una de las conductas más problemáticas para los cuidadores infantiles (madres/padres, niñeras/os, maestras/os, etc.); tanto que, a menudo, se vuelven más frecuentes y/o intensos pese a los correctivos implementados. Acá se intentará comprender qué es un berrinche y se brindarán algunas estrategias para afrontarlo asertivamente.
Un berrinche es un arrebato emocional caracterizado por fuertes manifestaciones de ira: terquedad, exigencias, protestas, lloros, chillidos, vociferación, pérdida del control físico, tirarse al suelo y resistencia a los intentos de pacificación. Estas manifestaciones suelen darse por la frustración de no conseguir hacer algo, por no poder imponer su voluntad, o por tener algún malestar (cansancio, hambre, sueño, etc.).
Como su sistema neurológico aún es inmaduro, es normal que se presenten en infantes preescolares, especialmente entre los 16 meses y los tres años; por ello, no es de extrañar si se presentan semanalmente. Sin embargo, hay que prestar atención cuando:

- ocurren sin razón aparente;
- han ocurrido tres o más veces a la semana durante los últimos seis meses;
- presentan una intensidad demasiado alta;
- tardan demasiado en calmarse;
- el infante realiza agresiones contra sí mismo, otras personas, animales y/o cosas;
- ocurren más allá de los cinco años.
Causas de los berrinches
Son varios los factores que pueden causar que un infante haga berrinches. Entre ellos, los más frecuentes son:
- Que no haya recibido o no esté recibiendo atención oportuna y adecuada a una o varias de sus necesidades básicas (afecto, protección, alimentación, abrigo, aseo, salud, etc.).
- Que haya padecido abuso físico y/o sexual, ya sea infligido por el mismo cuidador o por otra persona.
- Que tenga o esté desarrollando un trastorno mental (por ej., Trastorno negativista desafiante).
- Que el cuidador o los cuidadores estén implementando estilos de crianza inadecuados (por ej.: sobreproteccionismo).
- Que ocurra algún evento que altere la vida normal del infante (separación de los padres, cambio de domicilio, nacimiento de un hermano, etc.).

Debe tenerse en cuenta que, en algunas ocasiones, lo que parece un berrinche, puede ser otra cosa (por ej.: un ataque de ansiedad). Por ello, evite realizar juicios o tomar medidas drásticas contra el infante. Se debe observar y evaluar adecuadamente sus conductas, el lugar, el momento y, muy especialmente, el evento, la situación, el objeto o la persona con respecto al cual se detona el berrinche.
Cómo manejar los berrinches
Una vez que se hayan identificados los anteriores aspectos, se tendrán los elementos que permitirán: (1) reducir la posibilidad de que los berrinches se instalen como un hábito; (2) si se han instalado, reducir las posibilidades de que, en una circunstancia determinada, el infante realice un berrinche; o (3) si el infante realiza un berrinche, afrontarlo asertivamente.

(1) Prevenir la instalación de los berrinches
Desde el nacimiento, procure que las necesidades del infante sean satisfechas oportuna, adecuada y suficientemente. Procure, también, atender calmadamente sus necesidades y corregir sus conductas indeseadas, evitando recurrir a gritos, sacudidas, palmadas, etc.
(2) Prevenir la ocurrencia de un berrinche
- Ofrézcale algo que “sí se puede” para distraer su atención de aquello que “no se puede”. Por ejemplo, si quiere agarrar un celular, tome el celular y ofrézcale un juguete u otro objeto alternativo.
- Si hace berrinches frecuentemente ante determinada situación (por ej., el baño), hágasela divertida conviertiéndola en un momento de juego.
- Si una situación le frustra hasta el punto de desbordarle, procure evitarla hasta que tenga la madurez que le permita abordarla de modo satisfactorio. Por ejemplo: no le lleve al supermercado, lugar donde no puede tocar ni comer nada, ni obtener todo lo que ve.


(3) Afrontar asertivamente un berrinche
- No responda a una “rabieta de niño” con una “rabieta de adulto”. Su reacción calmada y no agresiva ayuda a no intensificar el berrinche del infante y, además, es una lección de cómo enfrentar asertivamente un conflicto.
- Ignore el berrinche y continúe con lo que usted está haciendo. Si está en un lugar público, no le dé importancia a las reacciones y miradas de los demás.
- Si lo anterior no es posible porque existe peligro de que el infante se haga daño, o dañe a otros, a animales u objetos de valor (económico o sentimental, propios o ajenos), o está en un lugar o situación en el que el berrinche resulta inconveniente, cárguele de manera firme, pero no violenta, y llévele a un lugar más apropiado para dejarle que continúe con su rabieta, hasta que se calme.
- Si le está costando salir de su berrinche, puede tratar de ayudarle diciéndole, por ej.: «Te voy a ayudar a salir de esto», y hamacándole, abrazándole y/o cantándole.
- Sea firme: no satisfaga sus demandas; así, comprenderá que, con berrinches, no va a conseguir nada. Pero, si usted cede, aprenderá que puede conseguir lo que quiera haciendo berrinches.
- Una vez que se haya calmado, es conveniente que le manifieste que usted está alegre porque se calmó, y que le explique cuál hubiera sido la manera correcta de actuar o de expresar lo que sentía, animándole a usar siempre las palabras.
Si, a pesar de llevar implementando estas estrategias un tiempo prudencial (de cuatro a seis meses) los berrinches no han disminuido (al menos un poco) en frecuencia y/o intensidad, conviene que consulte a un profesional.